Después de siglos escondidas, a menos de una hora de Madrid, ya podemos visitar las termas romanas más importantes de España

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La ciudad de Toledo es monumental, ya sea por sus calles y arquitectura o por sus bares de tapeo. El caso es que siempre merece una visita. Y es que pocos lugares en el mundo han sabido conservar así de bien un patrimonio que se remonta hasta el Neolítico, que se dice pronto. Todos los pueblos que, alguna vez, han llegado a la Península Ibérica han dejado aquí su huella. Incluidos, por supuesto, los romanos. Dan buena prueba de ello las piscinas frías del siglo II de la calle Navarro Ledesma, integradas en un laberinto romano de 3.000 metros bajo el suelo del centro de la ciudad.

En los años 80 se pensaba que esta estructura laberíntica que es, en realidad, el complejo termal público más importante de España, formaba parte del abastecimiento hidráulico de la ciudad. Sin embargo, en 2004 se descubrieron las termas y se empezó a sospechar de su importancia.

No solo la tienen porque datan de entre finales del siglo I y mediados del II de la era común, además es que es uno de los pocos complejos termales de este tipo que se conservan en el mundo, tal y como los que se encuentran en el Norte de África. Un espacio que nos ilustra sobre la monumentalidad que debió de tener la ciudad de Toledo en época romana.

termas imperiales
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Las dimensiones de este caldarium, la cuidada planificación de su construcción y los materiales utilizados en su decoración (como mármoles, estatuas...) permiten determinar el carácter público del edificio, levantado, sin ninguna duda, bajo los auspicios del poder Imperial.

Estos vestigios arqueológicos se pueden visitar de forma gratuita en el Centro de Recursos Culturales del Consorcio, en la plaza Amador de los Ríos. Unas galaerías en las que se ha instalado una réplica de la estatua romana de mármol hallada en las excavaciones: un torso masculino desnudo, de aproximadamente un metro de longitud, que los expertos sitúan entre el siglo I y el IV.

Sin embargo, todavía queda mucho por ver. Los trabajos arqueológicos siguen y la alcaldesa ya ha anunciado que ahora se centrarán en el lugar donde existió el antiguo templo de San Juan de la Leche, que se derrumbó y que, según parece, pudo construirse sobre los restos de las termas.

Tal vez los visitantes podamos ver algún resquicio de lo que fue en un futuro no muy lejano. Sin embargo, para lo que sí que ya no tenemos que seguir esperando es para conocer de primera mano las piscinas frías de las termas, que se encontraron hace unos meses bajo el número 2 de la calle Navarro Ledesma.

Dicho enclave podrá visitarse ahora, de martes a sábado, a través de las rutas Patrimonio Desconocido en la que se van a enseñar las piscinas y los restos de los revestimientos de mármoles que se conservan de este complejo de una gran simetría, donde se reproducen las mismas estancias en un eje y en otro.

De esta forma se construían las termas imperiales, que se componían de baños; salas frías; templadas; calientes y de otros servicios añadidos, como cocinas o la palestra, donde hacían ejercicios.

Foto de portada | Wei Hunag

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