Modelos maduras, con celulitis e imperfectas... o de cómo las marcas se apuntan al postureo (hasta que demuestren lo contrario)

Modelos maduras, con celulitis e imperfectas... o de cómo las marcas se apuntan al postureo (hasta que demuestren lo contrario)

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Modelos maduras, con celulitis e imperfectas... o de cómo las marcas se apuntan al postureo (hasta que demuestren lo contrario)

Creo que ya te has enterado: Zara ha sacado una campaña “Timeless” protagonizada por las modelos que rozan los cincuenta. Y no es la única marca que lo ha hecho. ¡Oh, Dios! ¡Qué genial!

Es ironía. Obviamente.

No me malinterpretes. No estoy en contra de las modelos adultas (y digo adultas, porque últimamente las editoriales de moda con las fotos de las adolescentes nos hacen sentir más mayores que nunca), todo lo contrario. Lo que no soporto es el sensacionalismo que rodea este tipo de campañas.

Es un pez que se muerde la cola: la publicidad siempre ha sido basada en la aspiración. Pero no nos olvidemos de que la aspiración, a su vez, siempre ha sido basada en la publicidad. Aspiramos a ser jóvenes e impolutas eternamente, porque la publicidad nos inculca que ser cualquier otra cosa (o sea, nosotras mismas), no es deseable. Es por eso que nosotras aspiramos a ser aquello que vemos en todas partes.

He logrado a explicarme, ¿verdad?

De repente, estas marcas han decidido que ser mayor es algo normal, y es que todas nos envejecemos, igual que todas- tengamos dieciséis años o sesenta- compramos ropa en todo tipo de tiendas. Las mujeres somos personas y, como personas que somos, nos distinguimos unas de otras. En la diversidad está la belleza.

Sin embargo la publicidad nos obliga a ser blancas, delgadas y jóvenes.

Claro que estoy contenta que las modelos, hoy en día, se aproximan un poquito más a la vida real (aunque tampoco nos vengamos arriba: ninguna de las modelos de la campaña "Timeless" de Zara está rellenita o tiene un físico diferente a lo que nos habían habituado hasta ahora). Pero hay algo que me entristece en todo esto: este tipo de campañas son efímeras y están creadas para que hablemos de ellas (como lo estoy haciendo yo ahora mismo).

Desigual Campaign

Acuérdate de Desigual y Winnie Harlow, la modelo con vitiligo o Charli Howard, la protagonista con celulitis de su última campaña; de la marca de lencería Lane Bryant y sus modelos con curvas (el spot fue censurado en EEUU, por cierto, ¿te acuerdas?); de ASOS con las modelos con estrías… Hay muchos ejemplos de las campañas en las que las mujeres se aproximan a nosotras. Esas mujeres tienen “defectos”, como las venden las mimas marcas. Defectos que nos son ningún defecto, sino la vida misma.

Este tipo de publicidad funciona, y no es de extrañar. Pero pasan los años y nos damos cuenta de que aquello fue… una campaña más para llamar la atención. Porque hay más mujeres con vitiligo aparte de Winnie (el 2% de la población), y muchas más mujeres con celulitis aparte de Charli (el 90% de mujeres).

Desgraciadamente, las mujeres “reales” (madre mía, como odio este término y qué absurdo me parece) nunca duran más que una campaña viral.

En el mundo de la moda, Benetton fue pionera a la hora de hacer publicidad que planteaba verdaderos problemas sociales. Sus campañas empujaron el debate hacia territorios complejos: VIH, pena de muerte, racismo... Tener cincuenta años está muy lejos de ser un problema social. Sin embargo, el exceso de la cirugía estética y la lucha constante por aparentar algo que no eres, empieza a serlo.

¿Y qué podemos hacer al respeto nosotras, las mujeres “de la calle”?

Para empezar, deberíamos dejar de criticarnos unas a otras (pero eso ya es un tema aparte). Tenemos que normalizar la aparición de mujeres de todo tipo en campañas publicitarias. Cuanto más hablas de algo, más importancia le das. Si quieres normalizar algo, trátalo como algo normal. Y lo normal es que las modelos de Zara (o cualquier otra marca) tengan cualquier edad, complexión, color y estado de piel u orientación sexual, como son las mujeres que compran en Zara (o cualquier otra marca).

Y no hay nada qué celebrar.

Benetton Hearts Oliverio Toscani

Tener cincuenta años es normal. Igual que tener celulitis o estrías. O el pecho caído. O las arrugas. O dar de mamar en la calle. O ser mujer y ser alcaldesa o presidenta. O no querer hijos. O desear ser madre. O ser soltera. O no serlo. Nadie es mejor o peor, independientemente de dónde ha nacido, de qué aspecto tiene y de cómo decide vivir su vida.

Y sí, tenemos que darle las gracias a Zara y a esas otras marcas por dar visibilidad a las mujeres cuya edad pronto será la nuestra. Pero si en la siguiente campaña todas sus modelos vuelven a tener 20 años, ya no nos la cuelan.

Fotos| Zara, Desigual, Benetton.

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