Esto es todo lo que se le está deseando a una mujer cuando se le desea una violación en grupo

Esto es todo lo que se le está deseando a una mujer cuando se le desea una violación en grupo
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Si hoy hemos visto en las redes sociales el nombre de Inés Arrimadas, la presidenta del grupo de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña, seguramente nos haya hervido la sangre de indignación. La política española ha sido noticia hoy porque ella misma ha hecho público en un tuit que denunciará a una usuaria de Facebook que le deseó el pasado domingo que sufriera una violación en grupo. Literalmente.

Arrimadas recibió, desde el momento en que lo hizo público, el apoyo unánime de políticos de todo signo y de usuarios de Twitter de muy variada ideología. Todos, indignados por el hecho de que a una mujer se le pueda desear que sufra algo tan execrable como una violación grupal. Agravado por el hecho de que sea otra mujer quien lo hace.

La indignación ha llevado a muchos a buscar más información sobre la persona que emitió ese mensaje el domingo. Pronto se hicieron públicos datos más o menos fiables sobre su lugar de trabajo y se empezaron a pedir responsabilidades a la empresa que la empleaba. Y decimos «empleaba» porque Tinsa, la empresa en la que esta mujer trabajaba de forma temporal, ha emitido esta tarde un comunicado en el que ha expresado su repulsa a los comentarios vertidos en Facebook y ha anunciado que ya no forma parte de la plantilla de la empresa.

Independientemente del debate sobre libertad de expresión de un trabajador fuera del ámbito laboral, nos parece que este es un buen momento para recordar qué se le está deseando a una mujer cuando se le desea que sufra una violación en grupo. Las consecuencias, las secuelas, todos aquellos síntomas físicos y psicológicos que pueden llegar a sufrir las víctimas:

  • Sentimiento de culpa, vergüenza, falta de autoestima y desconfianza, en una misma y en los demás.

  • Dificultad para establecer relaciones de pareja o mantener la que tuviera.

  • Estados de alerta e hipervigilancia.

  • Miedo, en ocasiones paralizante, a realizar actividades cotidianas.

  • Contagio de enfermedades de transmisión sexual.

  • Desgarros vaginales, anales y otras lesiones físicas dependiendo de la fuerza que hayan empleado los asaltantes.

  • Alteraciones en la percepción que se tiene del propio cuerpo.

  • Daños psicológicos a largo plazo, siendo las manifestaciones más comunes el síndrome de estrés postraumático, la depresión y la ansiedad.

  • Mayor propensión a las adicciones o al suicidio que mujeres que no han sido violadas.

  • Embarazo.

  • Pesadillas e insomnio.

  • Dificultad en las relaciones con la familia y los amigos.

Hay más. Cualquier víctima tendrá su propio catálogo de consecuencias asociadas a la agresión sexual. Por ello, casi lo de menos es haber expresado públicamente algo como lo que hizo Rosa María Miras. O las consecuencias laborales que haya tenido. Lo realmente deleznable, y preocupante, es que a alguien se le pueda pasar por la cabeza desearle algo así a otra persona. Y que sea una mujer, precisamente, quien utiliza la forma más antigua de agresión y humillación a una mujer como arma para expresar una disconformidad política.

Imágenes | Gtresonline.

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