Cómo el tener una relación complicada con mi madre me ha hecho ser mejor madre

Cómo el tener una relación complicada con mi madre me ha hecho ser mejor madre

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Cómo el tener una relación complicada con mi madre me ha hecho ser mejor madre

Tener una relación complicada con algunos de nuestros progenitores no es plato de buen gusto para ninguno de nosotros. Las relaciones familiares nos marcan a la hora de establecer lazos y relaciones con otras personas, y los patrones de relación que generamos con nuestros padres son difíciles de romper. Es por ello que para muchas madres cuya relación con sus progenitoras ha sido complicada, la idea de tener hijos puede llegar a asustar.

Muchas de nosotras hemos asegurado en más de una ocasión que no vamos a ser como nuestros padres y que no repetiremos los errores que nuestros padres hayan cometido. Sin embargo, la realidad es que a veces caemos en lo mismo. Sin embargo, para aquellas mujeres cuya relación con su madre haya sido especialmente complicada, la situación puede ser muy diferente. Y es que, que tu relación con tu madre no haya sido demasiado buena puede ayudarte a ti a ser mejor madre.

El efecto de una mala relación madre e hija

Las relaciones entre madre e hija pueden ser maravillosas, llenas de confianza, de admiración mutua y de cariño. Sin embargo, y por desgracia, para otras personas la experiencia puede ser completamente distinta. En algunos casos, estas relaciones pueden ser desde tensas, complicadas o basadas en la rivalidad hasta, incluso, tóxicas.

mala relación madre e hija

El efecto que una relación de este tipo tiene en la persona que lo sufre puede afectar a las relaciones que cree y m mantenga el resto de su vida. No es de extrañar, por tanto, que algunas mujeres que han pasado por una mala relación con sus madres sientan ansiedad, preocupaciones y miedos a la hora de ser madres por si no son capaces de romper el patrón.

Las relaciones conflictivas con nuestra madre pueden afectar a nuestra seguridad en nosotras mismas, hacer que tengamos problemas de dependencia o que nuestro apego no sea el adecuado. Es posible que no se aprenda a confiar en los demás, a generar relaciones sentimentales significativas o a hablar de nuestros problemas. En algunos casos, puede incluso ser difícil saber cómo demostrar el cariño.

Además, si guardamos rencor a nuestra madre, por las situaciones pasadas, es más que posible que nos cueste avanzar y que liberemos estas frustraciones con las personas que tenemos cerca, como nuestra pareja o hijos. Sin embargo, tener una relación conflictiva con nuestra madre también es una oportunidad para aprender a hacer las cosas de manera diferente. El deseo de no reproducir los mismos patrones con nuestros hijos puede ser incentivo para romper con dicho el patrón y hacer las cosas de otra manera.

Cómo una mala relación con tu madre puede hacerte mejor madre

Para conseguir que de algo negativo y triste, como una relación conflictiva con nuestra madre, salga algo positivo, el primer paso es ser conscientes de ello y querer cambiarlo. Una vez que lo hacemos, es más fácil que busquemos recursos y ayuda que nos lleven a evitar reproducir este patrón con nuestros hijos. Para ello hay algunas cosas que podemos hacer.

Investigar otros estilos educativos

El primer paso es ser conscientes de que la forma de educarnos y de relacionarse con nosotras que haya tenido nuestra madre no es la única y que no estamos condenadas a repetirlo. Investigar sobre otros estilos de enseñanza y de crianza, consultar con profesionales, preguntar a nuestras amistades y leer sobre el tema puede ayudarnos a abrir nuestros horizontes y conocer nuevas técnicas o alternativas.

Después, está en nuestras manos discernir qué es lo que queremos incorporar a la educación que le damos a nuestros hijos y qué no. Es posible, incluso, que aunque hayamos tenido mala relacion con nuestra madre, haya cosas de su estilo de educación que queramos utilizar. Es importante que reflexionemos al respecto, sin dejarnos llevar por el rencor o la ira.

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Buscar otros modelos de maternidad

Lo más probable es que nuestra madre no sea la única madre que conozcamos. Quizás admiramos el estilo de educación de una amiga, de nuestra tía o de alguna de nuestras profesoras. Piensa bien qué tipo de madre quieres ser, a qué tipo de madre quieres parecerte o que modelos de madre te gustan, van con quien tú eres y te parecen adecuados.

En ocasiones, algunas de nosotras podemos sentir que, al buscar un modelo materno que imitar en otra persona que no sea nuestra madre, le estamos faltando al respeto o menospreciándola. La realidad es que, tenemos derecho a escoger cómo queremos criar a nuestros hijos y buscar nuevas formas, ideas y tradiciones que incoporar, sin por ello menospreciar a nuestra progenitora.

Pide ayuda

No son pocas las ocasiones en las que creemos que tenemos todo controlado y que no necesitamos ayuda, hasta que la situación nos desborda. Si tenemos miedo a repetir la misma relación que tenemos con nuestra madre, con nuestros hijos, es importante que trabajemos en ello. Podemos buscar apoyo en nuestra pareja, contarle los miedos que tenemos, las dudas que nos surgen y las cosas que no queremos repetir.

Por supuesto, trabajar con un profesional de la psicología en los efectos que la relación con nuestra madre ha tenido sobre nosotros, en los miedos que tenemos y en las respuestas casi inconscientes que damos, puede ser muy importante para conseguir romper el patrón y no caer sin querer en los mismos errores. Además, estos profesionales pueden ayudarnos a lidiar con el rencor y la ira que pueden bloquearnos. Entender que nuestras madres son seres humanos que cometen errores y los motivos por los que ellas han cometido los suyos, pueden ayudarnos a hacer borrón y cuenta nueva y lograr empezar en paz, rompiendo los antiguos moldes.

imágenes: Gilmore Girls, Giphy

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