Nos han hecho creer que las mujeres somos peores amigas que los hombres. ¿Pero es así?

Nos han hecho creer que las mujeres somos peores amigas que los hombres. ¿Pero es así?

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Nos han hecho creer que las mujeres somos peores amigas que los hombres. ¿Pero es así?

Siempre he sido muy poco partidaria de dividir a las personas en hombres y mujeres, así, como algo genérico. Pero, con el paso de los años, no sé si por suerte o por desgracia, empiezo a estar cada vez más convencida de eso de que ellos son de Marte y nosotras, de Venus. Al menos, en lo referente al modo de actuar como amigos.

Las diferencias entre un grupo de amigos masculino y uno femenino son tan enormes que no parece siquiera que el concepto de amistad sea el mismo. Incluso la fama popular es distinta. A todos se nos ha llenado alguna vez la boca diciendo que los chicos son mucho más leales y sinceros. Y a muchos otros se les ha llenado diciendo que las mujeres somos un poco malas entre nosotras. Pero, de verdad, ¿es así de simple? Y, si lo fuera, ¿entonces por qué todas seguimos teniendo un grupo de amigas sin el que no podemos vivir?

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Cuestión de conocimiento

En mi opinión, es una cuestión de conocimiento. Dicho de otra manera, de saber cómo somos las mujeres. No sé si por roles aprendidos o por una cuestión biológica, pero creo que a ninguna se nos escapa que los hombres no tienen ni la menor idea de cómo somos. Ellos dicen, medio en broma, medio en serio, que necesitan un manual de instrucciones para entendernos. Y eso los convierte en unos amigos maravillosos… a veces.

¿Sinceridad masculina vs falsedad femenina?

La amistad con los chicos tiene un mecanismo de funcionamiento muy sencillo. Son brutalmente sinceros cuando apareces a tomar algo con un look algo más trendy de lo habitual. Un «¿de qué vas disfrazada?» no debería sorprender a nadie acostumbrada a tratar con hombres. Como no debería hacerlo un «es un gilipollas» cuando les presentas a tu último ligue ni, por descontado, que ni se enteren de que has ido a la peluquería, pese a que te has cortado dos palmos de melena y te has teñido de pelirroja.

Eso con nuestras amigas no nos pasa. Ellas también piensan que se nos ha ido la olla con el nuevo look y no tienen mucha mejor idea de nuestros novios, pero el lenguaje es distinto. Muy distinto. Nunca nos dirán que vamos disfrazadas, pero sabremos traducir perfectamente un «¡qué look tan original!». Sabemos que en el fondo no les gusta cómo vamos, pero les preocupa demasiado herir nuestros sentimientos como para ser sinceramente brutales.

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¿Somos las mujeres unas falsas con nuestras mejores amigas? Yo creo que no. Creo que, simplemente, como decía antes, es una cuestión de conocimiento. Nuestras amigas nos conocen, puede que más profundamente de lo que nadie llegue a hacerlo jamás. Y eso se paga. Para bien y para mal. ¿Y por qué nos conocen tan bien? Porque, en el fondo, somos todas iguales. Entre nosotras, no nos podemos engañar.

Pongamos un ejemplo: estás pasando una mala racha anímica y bajas a tomar algo con unos leggings llenos de bolas, la sudadera que ya llevabas en el instituto y el pelo hecho un cristo recogido con un lápiz. Lo máximo que te dirán tus amigos chicos será «jo, jo, jo, vaya grano» señalando a ese punto de la frente con el que se ensañó tu uso del helado de chocolate como ansiolítico. Tus amigas, en cambio, se dirigirán unas cuantas miradas significativas y, por mucho que tú finjas una sonrisa, te preguntarán qué te pasa. Y con ese qué te pasa sabrás que se acaba de iniciar la terapia. Porque ellas saben interpretar perfectamente los signos, también han pasado por momentos así y quieren ayudarte. ¡Qué majas son!

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Las malas amigas

Evidentemente, que todas nos conozcamos tan bien tiene también sus desventajas. Y la mayor de ellas es que somos vulnerables, muy vulnerables cuando una amiga se convierte en enemiga. O, aun peor, cuando tenemos una amienemiga. Sabemos por dónde atacar a nuestras congéneres, puede que todas lo hayamos hecho alguna vez. Una mujer siempre conocerá nuestras inseguridades y nuestros puntos flacos, así que, si quiere hacernos daño, lo tendrá relativamente fácil. En eso sí que los hombres son fantásticos: si se han enfadado contigo, pasan de ti. Fin del asunto.

Una mala enemiga puede dar mucho miedo, sí. Pero todas sabemos que una buena amiga lo compensará todo. Porque puede que se guarde para dentro lo que verdaderamente piensa de esos zapatos tan modernos que estrenas, a los que no les ve ni pies ni cabeza, pero también es cierto que sacará las uñas para defenderte si a alguien se le ocurre hacerte daño. Y que no encontraremos un lugar mejor en el que refugiarnos de una mala racha que el abrazo de una buena amiga.

Best Friends

Fotos | HBO, Alex.

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