Si nos tomásemos en serio cuántas veces ha muerto el Rock hoy Deerhunter podría ser un grupo para nanas de bebés, en vez de ver a Bradford Cox como el nuevo Bowie. Al igual que el Punk, que antes de estar vivo ya nació muerto. Con la moda pasa lo mismo. Cada equis tiempo hay quien busca matarla o pronosticar su fin. Será que alguien se levanta con el pie izquierdo y dice con la cara lavada: "hoy mato a la moda, que necesito un titular".
En este caso ha sido Li Edelkoort quien ha enarbolado la bandera pirata para decir que es "el fin de la moda como la conocemos". La reputada analista holandesa de tendencias defendió su idea en la plataforma Design Indaba, donde presentó su "Anti_fashion - a manifesto". Ella es todo lo contrario al perfil frívolo de muchos analistas en búsqueda del titular, pero no deja de maravillarme cómo el bucle vuelve al igual que las tendencias, fenómeno que la propia analista comenta.
"Es es el fin de la moda como la conocemos"
Se ha perdido la revolución de antaño, con nuevas prendas y patrones que cambiasen el estilo de vestir de la sociedad y con ello sus costumbres, para dejar paso a un constante revisionismo del pasado. La perversión del marketing, según Li Edelkoort, es quien ha ayudado a matar a la industria de la moda. Los anuncios publicitarios guían las prendas usadas en los editoriales, para al final repetir el mismo patrón en casi todos los medios, con pocas oportunidades para las nuevas marcas.
Una visión a la que Li Edelkoort le da un mínimo punto de vista positivo: puede que la moda con mayúsculas haya muerto, que haya que celebrar las prendas ante todo, pero esto puede provocar que surja un periodo para pensar de nuevo cómo mejorar la situación.
Estas ideas, por citar solo algunas de las que la analista recoge, son tan nuevas como lo es el editorial de turno diciendo que el gris es el nuevo negro. Sólo hay que ir saltando a las distintas épocas en las que la industria cambió la moda para ver lo que podía decirse en aquel momento. El prêt-à-porter mató el arte exclusivo que solo unas pocas personas podían permitirse para sus estilismos, los grandes almacenes serían el fin de las marcas, incluso por estilos, con el garçon matando a la feminidad del siglo XX. Las fragancias mataron... no, espera, las fragancias nunca han matado nada, sólo han mantenido activas este gran negocio millonario.
Hay manifiestos que parecen inventar la rueda, sin centrarme en este en concreto. Ahora resulta que las nuevas colecciones de las pasarelas son comerciales. Todas, sin importar distinguir nombres. Antes no lo eran, antes toda la moda, durante las últimas cuatro décadas, ha sido una constante revolución temporada tras temporada. Con los diseñadores más inspirados y vanguardistas. Aquellos que inventaban nuevos patrones con los ojos cerrados. Curioso, acabamos de descubrir que esto es una industria y que una vez encontrado un nicho no hay que explotarlo, sino buscar el siguiente en pos del arte.
Resulta que ahora a los consumidores no les importa la moda, sino una prenda. A todos también. Por tanto, ignoramos la apertura masiva de la moda a la sociedad como nunca antes. Al interés creciente por este sector que ha llegado a entrar en museos para conservar y adorar su pasado, puesto que el futuro está destinado a morir. Antes sí que había gran pasión por el tema, podía ser la comidilla habitual de una sociedad entera que en la actualidad ha llegado a conocer hasta el nombre de la modelo polaca emergente. Da igual que el lujo pueda estar vendiendo más que nunca, por aquello de pensar que es donde está lo más artesanal y cuidado en pequeñas proporciones, y que de todas sus ventas ese 1% (por pensar a lo bajo) que no es un bolso monogram puedan ser a grandes obras de moda.
El todo mal sí que debería de encontrar un final un día de estos. La moda, como industria que es, está en constante evolución. Es ilógico que la moda de hoy sea igual que la de hace una década, y menos aún que la de mucho antes. Pero esto no conlleva que todo sea peor de forma generalista.
Con la masificación de la moda un ejemplo acaba por representar todo, cuando es justo lo contrario. La moda como la conocíamos no existió, en cada momento se ha ido transformando. A las empresas que han logrado situar la moda a un nivel generalista les debemos la mejora de la industria, de las opciones para comprar, de una constante revitalización del sector, puesto que han demostrado que hay muchos beneficios que generar.
La revolución de la industria actual ha cambiado las costumbres, el consumo y la forma de vestir más que muchos cambios anteriores
La ausencia de algunos parámetros frente a otros solo conllevará que haya unos pocos que quieran volver a estos y por tanto encuentren un mercado necesitado de otras alternativas olvidadas, con su correspondiente beneficio. Ya sea educación, calidad, diseño, tejidos, patrones... La misma Li Edelkoort pronostica la recuperación de la Alta Costura.
Hoy la moda está más viva que nunca, por más que busquen matarla. Al igual que en el pasado surgieron sus correspondientes cambios para mejorarla y adaptarla a las necesidades del momento, porque ahí es donde sigue estando la clave principal: oferta y demanda, en el futuro irán surgiendo cambios que amplíen aún más este mercado. Eso sí, cada transformación tendrá su (anti) manifiesto diciendo que está todo mal, que es el fin de lo que conocemos.
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