Que no te engañen: la verdadera moda indígena es patrimonio de sus creadores

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Desde hace algunos meses ha causado revuelo una noticia que llegó a los medios de todo el mundo. Se trata de la polémica que causó la diseñadora Isabel Marant y las prendas de su última colección, inspiradas en el patrón textil originario del pueblo mixe, en Santa María Tlahuitoltepec, Oaxaca.

Fue en mayo cuando esta diseñadora lanzó la colección primavera-verano Étoile, con toques tribales, sin otorgar el crédito a la comunidad oaxaqueña, lo que hizo que algunos medios como The Guardian sacaran a la luz el eterno debate sobre lo que se considera plagio o bien, inspiración.

Aunque lo que hizo que la noticia se hiciera viral fue un hecho posterior a ello: cuando la marca de ropa Antik Batik demandó a la diseñadora para reclamar la patente de ese diseño, que ellos habían lanzado previamente, pero que Marant ganó en juicio al demostrar que sus diseños estaban inspirados en los textiles mixes. Además, se comenzó a difundir un rumor de que esta otra marca francesa intentaba patentar el diseño, pidiendo regalías a la comunidad oaxaqueña, pero que resultó ser información falsa.

Y a pesar de que no es verdad que exista alguna marca que esté impidiendo que la comunidad mixe siga produciendo, toda esta historia nos hace poner sobre la mesa todo lo que no está escrito y regulado a la hora de resguardar las raíces indígenas y el patrimonio cultural en el mundo de la moda.

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas, a través de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, se afirma que éstos tienen derecho a mantener, controlar, proteger y desarrollar la propiedad intelectual de dicho patrimonio cultural, sus conocimientos tradicionales y sus expresiones culturales tradicionales.

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Colección Jean Paul Gaultier 2010. Imagen de vogue.com

De México para el mundo

Sabemos que la polémica de esta marca francesa con la comunidad oaxaqueña no es un acontecimiento aislado y que el desarrollo de la moda indígena en contacto con el mundo occidental cada vez toma más fuerza, ya que los creadores han puesto su mirada en los diseños que nos hacen voltear a ver nuestras raíces.

Cómo olvidar la colección primavera-verano de 2010 de Jean Paul Gaultier, que se inspiró en la cultura del mariachi y la tradición azteca para crear diseños y estampados, luego de que visitara este país y recorriera una exhibición de Moctezuma, en Londres.

Y como este ícono de la moda, sobresalen marcas reconocidas que se han inspirado en nuestro patrimonio cultural para llevarlo a la pasarela. Una de ellas es Roberto Cavalli, que en su colección primavera 2007 presentó piezas con influencia mexicana; Alberta Ferretti, que, influenciada por la composición de Frida Kahlo, en su colección primavera-verano 2014 eligió bordados tradicionales en vestidos asimétricos y Rebecca Minkoff, que para su colección del mismo año marcó tendencia al proponer piezas con carácter indígena y de bordados mexicanos.

Foto cortesía de Carla Fernández
Foto cortesía de Carla Fernández

La moda, patrimonio de su gente

A nivel internacional, por su trayectoria, Pineda Covalín está posicionada a nivel internacional como una de las marcas que mejor representan a nuestro país a nivel mundial con sus diseños llenos de color y con algún elemento mexicano como las mariposas monarca, el rostro de Frida Kahlo o los estampados aztecas.

Y si hablamos de diseñadores mexicanos, suenan fuerte marcas que tienen al espíritu mexicano como musa. Una de ellas es Alexia Ulibarri, que ubica a la mujer de México como el centro de sus propuestas; Fábrica Social, iniciativa que une la moda, el diseño artesanal y el comercio justo, así como la marca Lydia Lavín, que sus piezas surgen basadas en las raíces ancestrales de este país.

Inspirada por la riqueza textil mexicana y por su modelo de negocio destaca también la marca Carla Fernández, que participó en la última edición de The Venture de Chivas que recompensa a los emprendedores sociales, y fue elegida una de las cinco finalistas de esta premiación.

Carla Fernández
Foto cortesía de Carla Fernández

Originaria de Saltillo, Coahuila y admiradora de la cultura mexicana, esta diseñadora se inspira en la geometría de México para crear una propuesta de moda contemporánea y vanguardista, trabajando con mujeres indígenas de todo el país que hacen textiles y labores a mano.

Luego de más de 15 años de estudiar la naturaleza de la indumentaria indígena, es definitivo que Carla Fernández no copia tendencias, sino que las propone, de la misma manera que los franceses crean piezas textiles inspiradas en su realeza o los japoneses, en su kimono.

Sus procesos de producción son muy familiares para los artesanos, ya que el sistema de confección es el mismo que se utiliza desde tiempos prehispánicos, además de que es ingenioso, ya que es parte de una tradición para crear nuevos diseños y, en palabras de Carla Fernández, es único porque surge de una colaboración creativa muy íntima entre las artesanas y los talleres de diseño.

El uso del cuadrado y el rectángulo le permiten crear prendas que le dan al cuerpo una nueva dimensión y rompen con los estereotipos que se exportan de México, además de que propone procesos de producción responsables con el ambiente y el desarrollo económico de los artesanos indígenas.

“La tradición no es estática ni la moda es efímera”, explica la diseñadora y ganadora de múltiples galardones a nivel nacional e internacional, como el Prince Claus Award 2013, el Premio Quorum a lo mejor del diseño 2012, el Young Fashion Entrepreneur of the Year en 2008 otorgado por el Consejo Británico, y el Fashion Group México en 2008.

A través de procesos de crear tela con ocho palitos, teñir con lodo y brocar a mano es como Carla Fernández avanza para frenar la extinción de las artesanías mexicanas y promover que las artesanas puedan vivir de su trabajo y no tengan que emigrar a las ciudades en busca de mejores oportunidades, buscando así posicionar a esta marca y a México como un orgulloso exportador de nuestro patrimonio cultural.

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