Últimamente, el glamour de Kate Moss brilla por su ausencia. Y es que si en la reciente fiesta de Chanel nos enseñaba como lucir unos leggings, en la de Fendi, nos mostraba una de sus peores caras. Su estudiada dejadez puede que se deba a su nueva vida en la campiña inglesa pero su estilo cada vez menos urbano sigue teniendo enganche.
Parece que los tacones se los ha dejado en Londres definitivamente, y hasta ha cambiado sus ya clásicas Minnetonka por un par de botas de caña media y pinta de ser inmunes a los caminos de barro...eso sí, el aura retro de la Moss sigue intacto, y por mucho que haya cambiado las fiestas y los excesos por el aire puro y los pubs de pueblo, sabe como adaptarse a las condiciones en las que se mueve. Y ahí está su gracia.
Pieles por trencas, jeans por minivestidos, jerseys marineros por escotes, y camisas de cuadros. Hasta en los bolsos se percibe su cambio de tercio: ya no son de piel, ni carteras de mano, sí, ha optado por Gucci, pero por un modelo de lona, de esos terribles, pero que en brazos de Kate parece de todo menos rancio.
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