Carine Roitfeld, la revolución francesa en la corte americana

Carine Roitfeld, la revolución francesa en la corte americana
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No podíamos elaborar un catálogo de mujeres estilosas y dejar para la última a la reina madre: si hay alguien que ha engendrado el mito de la estilista como primera ministra en el mundo de la moda, esa es Carine Roitfeld. Las demás, son sólo súbditas, así que mejor empezemos la casa por el tejado.

El estilo de Carine refleja a la perfección el espíritu de la revista que dirije, y a diferencia de muchas otras que tratan de llevar la vanguardia por bandera para ganarse el denominador común del riesgo y la diferencia, ella, ha nacido con el gen de la diversidad mercantil.

No se cansa de repetir que su revista es especial, su objetivo no es dar consejos sobre qué queda mejor o qué pega con qué, su cometido no es convertirse en un manual de uso para mujeres desorientadas que buscan pautas de comportamiento estilístico, su misión, no es resultar accesible, sino hacer soñar.

Puede parecer casi despótico, pero al menos no es un ejercicio encubierto de marketing, que también, pero al menos va de cara y no vestido de consejo y con piel de anuncio. A Carine poco le importa que critiquen su publicación por estar a años luz del mundo real. A diferencia de su homóloga americana, que se esfuerza por dar una imagen de perfección prefabricada, y que más que moda vende un estatus, el Vogue francés es "azuloscurocasinegro".

Carine no se esconde de su amor por las tendencias, y como buena mujer de empresa, lo suyo es saber vender, es de ideas fijas aunque no de "total looks": detesta la falta de imaginación a la hora de vestir. Admite que el dinero ayuda, pero está en contra de la típica mujer rica que solo compra por nombre, lo que decía antes, "menosprecia" a las que lo apuestan todo a un solo diseñador, porque una cosa es tener dinero y podertelo gastar en creadores consagrados de esos que "los expertos" dicen que son los que hay que tener y otra bien distinta es tener olfato, gusto y clase, y saber ir a contracorriente.

Ella se jacta de ser ecléctica y defiende las buenas ideas por encima de todo. Le encanta mezclar y esa, según ella, es su seña de identidad aunque muchos piensen que siempre viste igual.

Su última aparición estelar fue en la fiesta del Mobile Art de Chanel en Nueva York: estaba excelsa con un diseño de Maison Martin Margiela, y es que, quién ama la moda, no descarta propuestas y está siempre abierta a experimentar. No, no es ninguna hermanita de la caridad ni ninguna visionaria con un don especial. Es lista y sabe que en el mundo de la moda vale lo que los que mandan dicen que vale. Y ella, se dedica a mandar.

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